Native English Teacher in Cartagena

We are looking for an native English Teacher in Cartagena to cover some groups at companies. There are 3 groups, 9 hours a week. If you are interested, please send your CV to me as soon as possible and I’ll contact you: rmiralles@babelia-formacion.com

 

Se busca profesor nativo de inglés
Estamos buscando un profesor nativo de Inglés en Cartagena para cubrir unas clases en empresas. Son 3 grupos, 9 horas a la semana. Si te interesa, envíame tu curriculum cuanto antes y te llamaré: rmiralles@babelia-formacion.com

Muchas veces, cuando aprendemos idiomas, tenemos la sensación de no estar haciendo todo lo suficiente por practicarlo porque no sabemos cómo. Por eso, hoy vamos a hablar de las diferentes formas de practicar idiomas por nuestra cuenta.

Hay veces que ir a clase y hacer los deberes no basta para aprender un idioma; así que buscamos recursos, pero no sabemos de dónde sacarlos. Sin embargo, en la era de internet es mucho más sencillo ahora.

– El recurso más tradicional y popular es nuestro querido amigo el libro. Siempre es muy enriquecedor leer en otros idiomas. nos ayuda a aprender vocabulario y a mejorar la comprensión de ideas, aún sin entender todo el vocabulario. En algunas librerías tienen libros adaptados por niveles, preguntad por ellos porque os vendrán fenomenal.

La música es también muy buen aliado. Además de ser un recurso para el aprendizaje, es también objeto de deleite, lo cual hace que sea motivador. Escuchar la misma canción con cierta continuidad (tampoco hay que rallar el disco) nos hará reflexionar sobre ella y veremos como, cada vez que la escuchamos, entendemos un poco más que la vez anterior.

Los audiolibros: no son muy conocidos en España, pero en otros países, como en Alemania, es muy común comprar audiolibros y existen muchos adaptados por niveles para aquellas personas que aprenden idiomas. Es una forma de practicar como con un libro, pero en vez de comprensión escrita, fomentamos la comprensión oral.

– Existen también hoy en día numerosos chats multilingües, donde podemos practicar cualquier idioma y estar en contacto con gente de otros países dispuesta a ayudarnos, incluso existen redes sociales sólo para practicar o intercambiar idiomas.

– Enganchando con la idea anterior, sin duda, una de las más útiles herramientas para fomentar nuestro nivel en una lengua extranjera es practicar tándem o intercambio de idiomas. Consiste en quedar con otra persona con la nacionalidad del idioma que tú estudias y que a su vez esté estudiando nuestra lengua materna. Se practican ambos idiomas en partes iguales (un día se habla en español, otro día en el idioma que tú aprendes, o se hace por ratos). Es de los métodos más eficaces, aunque a veces cuesta dar con una persona con la que nos sentimos a gusto, pero de esta forma practicamos lo que más nos cuesta: la expresión oral.

– Existe algo muy similar: establecimientos, como bares o restaurantes, en los que organizan una o varias veces a la semana, tardes de intercambio de idioma. Mucha gente acude para practicar idiomas y conocer a gente; es una forma económica de practicar el idioma y pasar un buen rato.

– También podemos usar la radio. Hoy en día podemos escuchar radios de cualquier país gracias a internet. 

– Al igual que la radio, la televisión y todo lo que ella conlleva (cine, series, programas…) pueden sernos de gran utilidad. Podemos ver nuestras series o películas favoritas en versión original, con o sin subtítulos en español o en el idioma que aprendemos, y todo ello podemos controlarlo según el nivel que tengamos.

Las redes sociales y su boom pueden ser una fuente infinita de recursos para impulsar nuestros conocimientos. Tanto en facebook, twitter, los blogs, etc, podemos encontrar infinidad de grupos que hablan de aprendizaje de idiomas, que ofrecen recursos, que cuelgan links con ejercicios, textos, vídeos, etc y todos ellos enfocados al aprendizaje de idiomas; incluso existen comunidades. Sólo hace falta buscarle un hueco y ponerse a buscar y conocer lo que más se adapte a nosotros.

Nuestros profesores emplean estos y otro tipo de recursos para animar a los alumnos a practicar fuera de las clases de idiomas en empresas. Y desde aquí os animamos a vosotros también a que encontréis el vuestro.

Seguro que a más de uno le suena el MCER, o el “marco común”, pero no sabe exactamente lo que es. Lo podemos ver en la propaganda de las diferentes academias de idiomas.
Pues bien, el MCER (Marco Común Europeo de Referencia para las lenguas) es una nueva forma de nivelar las lenguas de la Unión Europea a nivel estándar. Gracias a esta nivelación, todas las lenguas europeas están divididas en 6 niveles equivalentes entre sí para todas ellas.
Esta nivelación surgió de una propuesta que se hizo en un congreso internacional en Suiza en noviembre de 1991, desarrollada por el Consejo de Europa.

Con la llegada del MCER, se rompe con los clásicos niveles que se daban anteriormente “bajo, intermedio y avanzado”, y se dividen en 3 grandes bloques, a su vez divido cada uno de ellos en dos. El esquema queda de la siguiente forma:

Bloque A: Usuario básico.
Nivel A1: Acceso.
Nivel A2: Plataforma.
Bloque B: Usuario independiente.
Nivel B1: Umbral.
Nivel B2: Avanzado.
Bloque C: Usuario competente.
Nivel C1: Dominio operativo eficaz.
Nivel C2: Maestría.

 

En el MCER para las lenguas podemos encontrar una descripción detallada de todos los conocimientos y habilidades que debemos poseer y dominar en un idioma europeo extranjero según nuestro nivel.
Los que nos dedicamos a la enseñanza de idiomas llevamos ya unos cuantos años familiarizados con ello, pero tal vez a los alumnos no les resulte conocido. Es importante saberlo para asegurarnos de que nos van a impartir una enseñanza adecuada y adaptada al MECR, ya que es el sistema por el que nos regimos en Europa. Y es muy útil tanto para profesores como para alumnos, ya que favorece la comparación u homologación de los distintos títulos emitidos por las entidades certificadas. Por este motivo, en Babelia Formación S.L. también nuestra metodología sigue muy de cerca al MCER para sus cursos de idiomas en empresas.

Los españoles tenemos fama de hablar muy mal idiomas, entre otras cosas, porque la pronunciación no es nuestro fuerte. Esto no se debe a que no sepamos cómo enseñar idiomas, se debe básicamente a nuestras costumbres articulatorias. El sistema fonológico del español es mucho más sencillo que la mayoría de los idiomas que aprendemos.

Es decir, estamos acostumbrados a articular una serie de sonidos, los que corresponden al español porque los aprendemos desde que empezamos a hablar, y los aprendemos por imitación. Pero cuando aprendemos un idioma extranjero, lo más normal es que nos encontremos frente a sistemas fonológicos mucho más complejos que el nuestro, con muchos más sonidos.

Sin ir más lejos, en español partimos de un mínimo de 5 sonidos correspondientes a las vocales que escribimos, aunque según la variante del español, puede haber más; frente a este dato encontramos idiomas que articulan una variedad de 9 sonidos vocálicos, como es el caso del alemán; entre 11 y 16 según la variedad del francés; 23 para el inglés británico y 19 para el inglés americano.

Otro rasgo que nos cuesta en otros idiomas es la duración de los sonidos; en español no existen vocales largas o breves, todas duran lo mismo, pero en otras lenguas, esta falta de distinción en español hace que ya estemos pronunciando como auténticos «guiris»

Pero el problema se origina probablemente en que, lo que leemos, no lo sabemos pronunciar. Es decir, para un español, una /p/ es una «p» y sólo hay una forma de pronunciarla, pero para un extranjero tal vez el sonido que pronuncie al ver una /p/ dependa de la posición que ocupe en la palabra; puede que una «letra» en su idioma tenga varias «pronunciaciones» (hablamos entre comillas y con términos más comunes para que nos entendamos todos).

Así que, cuando empezamos a aprender un idioma y abrimos el libro de texto, o vemos las primeras palabras escritas en la pizarra o en una fotocopia, las pronunciamos de la única forma que sabemos, y es muy complicado evitar ese vicio o aprender a dominarlo, ya que es lo que llevamos haciendo toda la vida. Tal vez lo ideal sería aprender los primeros días sin escribir, ni leer, simplemento escuchando y repitiendo; pero no nos sentimos seguros.


¿Qué podemos hacer frente a esta dificultad?

Pues bien, pronunciar como un nativo es muy complicado,pero podemos alejarnos de nuestro «acento español» con práctica.

Hay que escuchar con atención, preguntar a tu profesor de idiomas y hay que enseñar a nuestra boca y nuestra lengua a realizar nuevos sonidos. Cuanto más jóvenes seamos, más fácil nos resultará, también porque nuestra capacidad auditiva va empeorando con el paso del tiempo y es un factor muy influyente.

Pero antes de acostumbrarnos a realizar nuevos sonidos, debemos aprender a distinguirlos; hemos de ser capaces de distinguir sonidos que a un español le parecen idénticos, como puede ser el caso de la «s sonora» o de la «s sorda». si no los distinguimos, seremos incapaces de realizarlos.

Existen ejercicios de pronunciación en los que realizamos articulaciones de sonidos muy exageradas, por ejemplo, con un polvorón dentro de la boca, o sujetando un bolígrafo con los labios. Si leemos un texto varias veces con alguno de estos elementos, la boca se esfuerza el triple por pronunciar, y al retirarlos, nos costará menos. Se trata de acostumbrarnos a la realización de estos nuevos sonidos. Cuando aprendimos a hablar, tampcoo nos salían perfectos a la primera, y ahora hablamos español perfectamente.

Es importante cuidar la pronunciación también en nuestros cursos de idiomas para empresas, practicarla y trabajarla, cuando aprendemos un idioma extranjero ya que una mala pronunciación con una excelente gramática da peor impresión que una buena pronunciación con una gramática no tan buena. Así que, insistid a vuestros profesores en que os enseñen también a pronunciar.

 

Cuando dejamos de practicar un idioma, lo más normal es que se nos vaya oxidando poco a poco y cada vez nos cueste más hablarlo; el idioma cae en desuso y vamos perdiendo fluidez.

También podemos encontrarnos con que tenemos un nivel de inglés, alemán, etc, ya bastante alto y que los cursos generales no nos ayudan, pero si no hacemos ningún curso, podemos desaprender.

Nos podría ocurrir también que tengamos un horario laboral y una vida personal repleta de compromisos y con falta de tiempo para practicar un idioma. Todo lo que tenemos que hacer durante el día ocupa demasiado tiempo.

Para estos casos, existen multitud de soluciones: pueden leer libros, practicar intercambio de conversación, realizar cursos multimedia, o pueden optar por las clases telefónicas.

Las clases telefónicas son una opción cómoda, económica y fácil de practicar un idioma y desarrollar la comprensión auditiva y la expresión oral (objetivos muy ansiados entre los que aprenden idiomas en empresas y fuera de ellas)

¿Y cómo es una clase telefónica?

Es muy sencillo, el profesor envía algún tipo de material al alumno: un texto, un ejercicio más elaborado, un vídeo, algún tipo de dinámica, etc y el alumno reflexiona sobre el material durante los días que no tiene clase. Durante la clase telefónica se suele hablar sobre el tema del texto, vídeo, o se corrige el ejercicio, o se lleva a cabo parte de la dinámica.

Es recomendable que la duración de la clase no sea muy extensa, lo más recomendable y común es que este tipo de clases tenga una duración máxima de 30 minutos. Además de todo esto, las clases telefónicas tienen la ventaja de poder realizarse desde cualquier parte, no tienes que encontrarte siempre en el mismo lugar, por lo que es más fácil también respetar un horario fijo.

Desde Babelia Formación os animamos a probarlas, son una herramienta de lo más cómoda y útil 🙂

Ayer hablábamos de los diferentes tipos de alumnos que podemos encontrarnos en los cursos de formación para empresas. Vimos que difieren unos de otros según las necesidades que tengan a la hora de aprender el idioma.

Por este motivo, el profesor ha tener la capacidad de adaptarse y ser flexible. La mejor forma de adaptarse a un alumno es dedicar el primer día de clase a conocerle: ver cuáles son sus intereses, saber por qué aprende el idioma, identificar sus necesidades específicas en el idioma de aprendizaje, también las más urgente, hablar de sus objetivos y de la disposición o dedicación que tiene con respecto al curso.

De esta forma podemos aprovechar para fijar objetivos con él, a la vez que evaluamos su nivel (en caso de que parta de una cierta base de conocimientos del idioma).

Después lo ideal es que el profesor, con esa información, elabore un plan de estudios que recorra las necesidades específicas de las que han hablado.

Hay que evitar caer en la rutina de enseñar siempre lo mismo para el mismo nivel. Así conseguiremos el éxito de nuestros cursos de idiomas para empresas y tendremos alumnos satisfechos.

A la hora de impartir un curso de idiomas para empresa, nos encontramos con alumnos de muy diferentes tipos: algunos apenas disponen de tiempo para asistir a clase, otros disponen de tanto tiempo que hasta pueden realizar tareas en casa; hay otro tipo de alumnos que busca un curso del idioma en general, pero el perfil de la gran mayoría de los alumnos en empresas es completamente distinto, sus objetivos son mucho más específicos y su profesor ha de ser flexible y capaz de adaptarse a ello.

– Podemos encontrar alumnos que necesitan aprender sólo una parte del idioma: son alumnos que utilizan el idioma extranjero en una pequeña parte de su trabajo y de una forma muy mecánica; por ejemplo, para responder al teléfono y pasar una llamada, o para realizar un cuestionario determinado…Estos alumnos sólo emplean una parte del idioma en su trabajo y a veces sólo quieren un curso para dominar esta pequeña parte.

– Hay otro tipo de alumno que necesita el idioma para el campo específico del sector en el que trabaja. Dicho alumno suele fijar sus objetivos en ampliar el vocabulario en este campo a la vez que trabaja la gramática en la destreza de la expresión oral. También suelen querer practicar situaciones laborales que les van a aparecer en el trabajo y en las que tendrán que usar el idioma extranjero.

– En las empresas nos encontramos con mucha frecuencia a un tipo de alumno al que podríamos denominar como “el emisario”. Es el alumno que viaja mucho, que hace presentaciones en el extranjero y representa a la empresa cuando se encuentra fuera. Este tipo de alumno necesita abarcar bastantes campos del idioma, ya que durante su estancia fuera se verá en situaciones de la vida cotidiana en las que tendrá que desenvolverse, e igualmente se verá en situaciones del ámbito laboral en las que el registro es diferente.

– El tipo de alumno que más se aleja de lo laboral es el alumno extranjero. Son personas a las que envían a trabajar permanentemente a otro país, en nuestro caso, extranjeros que vienen a trabajar a empresas en España. Son muy diferentes al otro tipo de alumno y suelen aprender a mayor velocidad ya que se encuentran en inmersión en el país de la lengua. Sus necesidades específicas difieren del anterior tipo de alumnos, el registro laboral lo aprenden con mucha rapidez al enfrentarse a la vida laboral de cada día en la empresa y prefieren fijar sus objetivos en aprender a sobrevivir y comunicarse fuera del lugar de trabajo.

Debido a esta diversidad de alumnos, objetivos y necesidades específicas, es muy positivo que los profesores de idiomas para empresas hagan una valoración del alumno y de su situación personal antes de empezar el curso, así nos aseguraremos el éxito de las clases y conseguiremos que los alumnos estén contentos.

Más allá de la elección de un idioma que nos sea más o menos familiar para aprenderlo, conseguir un profesor que sea competente es la variable más importante a la hora de conocer y manejar correctamente una lengua extranjera. Un buen profesor no solo enseñará de una manera clara y eficaz, sino que sabrá cómo estimular a los alumnos para que aprendan más deprisa y de manera más eficaz.

Los profesores son la base de todo aprendizaje, y deben conocer el nivel y las limitaciones de los alumnos para poder adaptar la materia lingüística a las necesidades de cada uno. También deben conocer las diferentes herramientas de las que se disponen en los cursos de idiomas para elegir en cada momento la óptima.

Aprender un idioma es más fácil si se tiene al lado a un profesor que sepa la mejor manera de transmitir sus conocimientos de manera duradera.

Aunque año tras año el inglés sigue siendo el idioma más demandado, lo cierto es que cada vez hay más empresas que se expanden en el extranjero solicitando nuevas lenguas para que aprendan sus empleados. Si este año hemos vivido un boom de los cursos de alemán, en Babelia Formación cada vez vemos más personas que desean aprender ruso, chino o árabe entre otros.

La formación de los trabajadores en idiomas extranjeros facilita a las empresas que realicen importaciones y exportaciones de productos y servicios a otros países. De hecho, cada vez es más importante que los trabajadores dominen dos lenguas con un nivel intermedio además de la suya nativa.

Los idiomas más demandados como tercera lengua serían el francés, el alemán y el chino, que han experimentado un alza muy grande en los últimos meses.

La Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia se ha reunido la semana pasada en Washington y los expertos han dictaminado que la mejor gimnasia cerebral para prevenir demencias seniles como el Alzheimer es aprende idiomas. Las personas bilingües estudiadas tenían mayor capacidad de concentración y aprendizaje.

Los niños bilingües tienen la memoria activa en todo momento y son capaces de separar ambas lenguas, mientras que incluso aquellas personas que aprenden idiomas cuando son adultos también tienen mayor capacidad de desarrollar más algunas partes del cerebro, aunque estos últimos tienen que dejar de pensar en uno para centrarse en el otro mientras que los niños pueden pensar en ambos simultáneamente.

Pero no sólo ser bilingüe, sino también aprender un idioma de adulto puede ayudar a retrasar los efectos del envejecimiento, según explicó la doctora Ellen Bialystok, profesora de Psicología de la Universidad de York en Toronto (Canadá).